“Este servicio público supone un refugio para la población vulnerable, un antídoto ante la brecha digital y un espacio abierto a todos con un acceso democrático a los servicios”, destaca un artículo publicado por el medio español ABC.

 

El texto escrito por Raquel Picó narra desde diferentes perspectivas cómo las bibliotecas se han transformado en un refugio para ciertas personas.

 

El artículo hace referencia al libro “Marrón”, en el que su autora, la peruana Rocío Quillahuaman, cuenta que al llegar a vivir a Barcelona descubrió en las bibliotecas un nuevo refugio. Entonces, ella era una escolar y las bibliotecas se convirtieron en su “nuevo lugar seguro” y le fascinaron por su amplia variedad de recursos.

 

Con un único carné, Rocío podía recorrer todas las bibliotecas de la red, tomar prestados libros o DVDs y también pasar las horas en todos esos lugares. En las páginas que le dedica en su libro, escribe una pequeña carta de amor a las bibliotecas, pero también resume los puntos clave por los que estos lugares son tan importantes.

 

Epicentros sociales

 

Más allá de aquello que se decía tradicionalmente de que son “templos del saber”, las bibliotecas son epicentros sociales, puntos de encuentro para la población y vías de acceso a la información. Por ello, también son claves a la hora de construir una sociedad más equilibrada.

 

Hablar de sostenibilidad y de bibliotecas puede parecer a primera vista sorprendente, pero en realidad estos centros son fundamentales para alcanzar las metas que han establecido los objetivos de desarrollo sostenible (ODS).

 

“Son espacios muy abiertos al intercambio cultural”, apunta Begoña García, coordinadora del programa Musol Educa de la Fundación Musol, que ha organizado formación conectadas con los ODS, para niños, adultos y jóvenes, en bibliotecas de Andalucía, Comunidad Valenciana o Madrid.

 

Brecha digital

 

“Las bibliotecas tienen una amplia oferta en formación, lo que permite dar acceso a la población a conocimientos muchas veces clave pero que a algunos grupos se les escapan”, cuenta José Antonio Merlo, del departamento de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Salamanca.

 

De hecho, las bibliotecas se están convirtiendo en un lugar fundamental para romper con la brecha digital.

 

“Hace un año presentamos el proyecto e-IRIS, apoyado por la FEMP (Federación Española de Municipios y Provincias), que ponía a las bibliotecas municipales en el eje de la alfabetización digital para la ciudadanía”, ejemplifica José Antonio Merlo. “La biblioteca es un entorno abierto y amable, no es un centro educativo; esto influye en el éxito de las formaciones que organizan”, agrega.

 

Igualmente, las bibliotecas son una pieza básica para la cohesión territorial. “Las bibliotecas públicas dan vida a las zonas rurales . Por pequeña que sea una biblioteca, en el mundo rural hace un trabajo muy grande”, dice este profesor de la Universidad de Salamanca, que apunta que para sus habitantes esos espacios son muchas veces mucho más que una biblioteca.

 

Bibliotecas móviles

 

José Antonio Gómez, profesor de Biblioteconomía de la Universidad de Murcia, explica que, por ley y a nivel estatal, solo los ayuntamientos de más de 5.000 habitantes están obligados a tener bibliotecas públicas, aunque las normas autonómicas lo bajan en ocasiones a los 2.000 o 3.000 censados.

 

Aun así, España cuenta con bibliotecas móviles que recorren entidades de población pequeñas que se quedarían al margen y “tienen una función de hilo conductor”. Sus bibliotecarios no solo prestan libros, también establecen relaciones cercanas con sus usuarios, a los que ven de forma recurrente.

 

Esas bibliotecas móviles son incluso en algunos lugares las que llevan el cajero automático, apunta el experto, o básicas para la alfabetización digital. En la España rural, las bibliotecas son además puntos de encuentro para la población. “Un pueblo que tiene 300 habitantes si tiene un bar y una biblioteca —incluso mejor si están juntos— cuenta con un espacio donde la gente puede salir de su casa e ir a hablar”, indica José Antonio Gómez.

 

Espacios para grupos vulnerables

 

Más allá de la formación o de la cohesión territorial, las bibliotecas son también espacios clave para grupos en situaciones de vulnerabilidad, como la población migrante o las personas sin hogar.

 

Gómez Hernández investigó sobre el uso que hacían estas últimas y descubrió que “en la biblioteca, las personas sin hogar hacían lo que consideraban oportuno y nadie las señalaba, las identificaba o las diferenciaban por ser sin hogar. Es decir, en la biblioteca nadie les preguntaba por su condición”.

 

Cuando hicieron su investigación, en la Biblioteca Regional de Murcia —la que usaron como muestra— había unas 700 personas que habían dado como dirección para su carné el albergue para personas sin hogar. Y eso es, al final, otro ejemplo más de la voluntad integradora de las bibliotecas públicas, que se pueden usar sin o con carné pero que, para conseguirlo, no se ponen requisitos que bloqueen el acceso de grupos de personas. Cualquiera puede obtenerlo.

 

Un refugio en sentido literal

 

Siguiendo con la investigación de José Antonio Gómez sobre el uso que la población sin techo hace de las bibliotecas públicas, advierte que estas se convierten en refugios climáticos “para estar confortable y eso es perfectamente legítimo” en los momentos de frío, porque es un sitio cálido y abierto a todos.

 

La importancia a nivel social de las bibliotecas va mucho más allá: casi se podría decir que son uno de los servicios más democráticos que existen.

 

José Antonio Gómez sostiene que la biblioteca “es un lugar de cohesión social y de diversidad, para todas las personas independientemente de su condición o situación familiar, económica, social o política”. Lo importante de las bibliotecas, explica, es que es “un espacio de convivencia muy abierto”, algo que no siempre es habitual.

 

El valor de las bibliotecas

“Quienes usan las bibliotecas saben su valor; quienes no las usan se sorprenderán de la actividad que tienen”, asegura José Antonio Merlo. También apunta a que seguir formando a profesionales bibliotecarios “cada vez es más necesario”.

 

España tiene más de 6.000 bibliotecas censadas y más de 26 millones de usuarios inscritos, según la más reciente Estadística de Bibliotecas del Ministerio de Cultura.

 

Fuente: abc.es

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