Las consecuencias de la pandemia van más allá de la enfermedad, la muerte o el miedo que han arrasado el mundo en estos dos años. Ha traído mucho más, como el incremento de la desigualdad y la extensión de la pobreza (en el 2021, en España hay 11 millones de personas en situación de pobreza). Y, la expulsión de una parte de la ciudadanía del devenir diario a consecuencia de la extensión, al menos en España, del mundo digital. De un día para otro, como quien dice, todo lo que se podía hacer cara a cara pasó a realizarse por internet. “El apagón digital afecta al 35% de la población, en parte por no disponer de los aparatos necesarios, pero, sobre todo, por carecer de una conexión adecuada (21%) o de las habilidades necesarias para su manejo (29%)”.
Así lo indica el informe Evolución de la cohesión social y consecuencias de la Covid-19 en España , elaborado por Cáritas y la Fundación Foessa (Fomento de Estudios Sociales y de la Sociología Aplicada), en la que han participado más de 300 investigadores de una decena de universidades públicas y entidades sociales, y que alerta de la necesidad de poner remedio a este nuevo factor de exclusión social. “La desconexión digital es el nuevo analfabetismo del siglo XXI. Más de 1,8 millones de hogares (casi la mitad de los que están en exclusión social) sufren el apagón digital, lo que significa que viven la brecha digital de manera cotidiana”, indica el citado estudio.
También crece la desigualdad social: el número de pobres sube otros 2,5 millones y alcanza ya los 11 millones.
Los mayores son los más afectados por el mundo digital (ver información inferior), pero no son los únicos. Según el informe Foessa, los sectores más excluidos han estado especialmente afectados por este proceso y el apagón digital les ha impactado especialmente: más de la mitad de los hogares en exclusión social severa están afectados por la imposición del mundo telemático.
Como resultado de ello, los grupos que más necesitan agarrarse a cualquier oportunidad se han visto más privados de ellas. Un 17% de los hogares en exclusión severa manifiesta haber perdido distintas oportunidades por no haberse podido conectar a internet (frente a un 4,5% del conjunto de la población): oportunidades de empleo, de acceso a la formación a los derechos mediados por las administraciones públicas o de mantener relaciones sociales de apoyo mutuo, señala este trabajo.
También la desigualdad social crece, dejando atrás a centenares de miles de personas más de los que ya había antes de la crisis sanitaria. En concreto, 2,5 millones de ciudadanos han visto cómo su situación se ha precarizado llegando a pasar privaciones materiales, alcanzando ya la cifra de 11 millones de personas. Y eso, pese a las medidas puestas por el Gobierno para proteger los empleos (ERTE) y el incremento del salario mínimo profesional.
Fuente: lavanguardia.com