os likes que damos, las fotos que subimos, los comentarios que hemos dejado en la web y en las redes sociales; las compras que hacemos, los reclamos que hemos realizado e incluso esa “funa” que alguna vez apoyamos: todo, todo lo que hacemos en el ciberespacio deja una huella que nos identifica, aun cuando no ocupemos nuestro nombre real o nuestra foto.
La denominada “huella digital” pareciera ser un concepto relativamente nuevo, pero lo cierto es que, al menos desde que aparecieron las redes sociales y el comercio en línea, siempre ha existido. Por eso, ahora que niños, niñas y adolescentes son activos usuarios de internet, es importante que conozcan este término y pongan desde ya en práctica los buenos hábitos e higiene digital, para así evitar cualquier problema ahora y en el futuro.
De acuerdo con la última entrega de la Radiografía Digital estudio realizado por la Fundación VTR junto a Criteria en el que participaron niñas y niños de entre 8 y 17 años, un 89% del segmento entre 13 y 17 dice que sabe lo que es la huella digital, y a un 30% de ellos les parece mal que permanezca este tipo de registros en la red. Sin embargo, al profundizar en este concepto, una gran parte de los encuestados no sabe bien de qué se trata.
Pero ¿qué es exactamente la huella digital? Cyntia Soto, directora de Responsabilidad Corporativa y Sostenibilidad de VTR, la define como los rastros y registros que los propios cibernautas van dejando en la red cuando utilizan distintas plataformas; por ejemplo, cuando dan un like o suben una foto a internet.
“Es un retrato de lo que hacemos en línea y, por provenir de nosotros directamente, debemos gestionarla de forma responsable y consciente, porque con ella vamos creando nuestra propia reputación digital y la idea es que esta sea positiva”, explica.
La huella digital no es solo aquello que hacen los usuarios por sí mismos, sino también lo que otros dicen sobre nosotros. “Es necesario, entonces, cuidar la reputación digital de los niños y niñas. A veces son los papás y mamás quienes suben más fotos a Instagram, y por eso se vuelve tan relevante que todos entiendan el concepto, reflexionen y se haga conciencia”, dice Cyntia Soto.
El estudio, comenta la ejecutiva, deja entrever que faltan conversaciones entre padres e hijos, definiciones de horarios y valóricas, sobre qué se puede hacer o no en alguna red social. “Son cosas que los papás o adultos responsables todavía no han integrado como parte de la tarea de educadores, pero la pandemia evidenció la relevancia de este problema, porque demostró la necesidad de una educación digital”, asegura.
Por eso es tan importante que niños y niñas den sus primeros pasos en el mundo digital de la mano de un adulto, para poder corregir todas aquellas acciones que puedan serles perjudiciales. Para ello, Cyntia Soto entrega tres recomendaciones para los padres:
Papás, mamás y tutores deben dar el ejemplo: “No podemos estar todo el día frente a los niños ocupando el teléfono; hay que darles a entender que existen momentos para hacerlo, pero también para trabajar o estudiar. Los más chicos aprenden con el ejemplo”.
Hay que ayudar a nuestros hijos e hijas a planificar el uso de dispositivos, “tal como les decimos cuánto rato tienen que ver la tele y les ponemos reglas: es lo mismo que ir a una plaza, donde uno no los deja solos, sino que los acompaña”, apunta.
Inculcarles la importancia de la interacción cara a cara o de la comunicación telefónica: “Es reconocer lo importante que es pasar el tiempo en familia, con los amigos e interactuar de una forma que no sea a través de la tecnología: así se potencia la confianza y mejora la salud mental”.
Este último punto es fundamental: según la última Radiografía Digital, un 47% de las y los encuestados utiliza las plataformas de chat como principal medio de comunicación con sus amistades. En el segmento 8-12 años, un 38% dice preferir hablar así con sus amigos, mientras que en el tramo entre 13 y 17 años, un 55%. Además, un 40% de los participantes pasa más de cuatro horas al día en internet y un 41% utiliza un juego en línea todos los días.
No solo eso: un 81% de los niños y niñas entre 8 y 12 años dice que ocupa las redes sociales para hablar con sus papás.
No todo está a la vista
Patricio Cabello, psicólogo e investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, desglosa la huella digital en dos ámbitos: una esfera es aquella en que se comparten imágenes y videos en redes sociales abiertas o por Whatsapp, donde niños, niñas y adolescentes “cometen imprudencias como hacemos los adultos también; por ejemplo, compartir una imagen con alguien con quien no debiese hacerlo”.
La segunda dimensión tiene que ver con cuánto acceso a nuestra información pueden tener agentes humanos y también no humanos. Un posible peligro que está ahí “a la espera, como un cocodrilo”, dice el especialista. “Es, justamente, uno de los aspectos donde más cuesta que los niños tengan conciencia, porque pareciera ser invisible, pero no lo es”.
“Nada queda en el olvido si no cubres tus huellas digitales; todos cometen errores y dicen cosas inadecuadas en algún minuto, pero nunca antes tuvimos una forma de registro tan fácil de recuperar esa información como sí la hay hoy”, advierte Patricio Cabello. Solo hay que recordar la reciente campaña presidencial y el hecho de que muchos usuarios de las redes cuestionasen a diversos candidatos por sus dichos en el pasado.
Por todo esto, se hace también muy necesario que los profesores, desde el aula, puedan ayudar a crear estas habilidades digitales que permitan a los niños saber sobre los pasos que dan en el ciberespacio. “Es difícil en la actualidad borrar o modificar esa reputación en línea; cuando dicen que ‘el pasado te persigue’, estamos viviendo lo más parecido a eso”, resume. “Por eso, deben ser capaces de ver, por ejemplo, que en distintos sitios hay publicidad con apropiación de sus datos y que, cuando le dicen que sí o no a una aplicación, estás diciéndole que sabes que harán cosas con tu información”, añade.
Las redes sociales no son gratis
Cada red social entrega sus servicios como si de una plataforma gratuita se tratara. Pero la realidad está lejos de eso. Según se ha podido esclarecer en los últimos años, el principal motor del social network es un fin lucrativo. Esto trae como efecto otras acciones que afectan a la huella digital.
De acuerdo con Verónica Donoso, Doctora en Ciencias Sociales e investigadora de la Universidad Católica de Lovaina, hay muchas otras consecuencias de las cuales los usuarios no son conscientes. “Para usar todos estos servicios pagamos con nuestra información personal, y eso genera una base de datos sumamente grande que se vende muchas veces de servicio en servicio”, asegura la también Consultora de Alfabetización digital y seguridad infantil en línea.
“Cuando accedemos a esas plataformas, no solo le damos el acceso a nuestros datos, sino también a que los puedan compartir con otras empresas y organizaciones. Y así se van pasando de mano en mano”, plantea.
Con toda la información disponible, y con la chance de poder venderla, las mismas redes sociales y empresas son capaces de armar un completo perfil del usuario, seleccionando sus preferencias y reconociendo sus características e interacciones, para así identificarlo como un potencial consumidor.
Esa es la denominada manipulación comercial. “Muchas veces aparecen avisos vinculados a nuestras búsquedas o cosas que hablamos, pero no es por arte de magia, sino que nuestros datos son enviados de un lugar a otro; ya te están conociendo tan bien que pueden darte recomendaciones y propaganda de cosas que pueden interesar”, plantea.
Esa misma manipulación, explica Verónica Donoso, puede suceder en muchos ámbitos, incluyendo el político. Incluso puede darse que empresas tengan información personal de los navegantes solo a partir de los rastros de su huella digital. Ejemplifica: si una compañía de seguros médicos llegase a poseer la data de un usuario, y en un futuro este quisiera acceder a uno de sus servicios, la empresa se podría negar porque conoce el historial de salud del cibernauta.
Padres instruidos
Y ustedes, como mamás, como papás, como cuidadores: ¿cuánto saben sobre la huella digital?
Verónica Donoso habla de la necesidad actual de que existan contenidos de formación sobre el tema en plataformas masivas como la TV. “Hemos visto que, a veces, las mismas escuelas tratan de buscar a los padres y no llegan; también podría intentarse en las mismas reuniones de apoderados, con algún experto que les hable del tema”, plantea, ya que no es muy realista pensar en que papás y mamás puedan tomar un curso específico al respecto, pese a la importancia cada vez más grande que tiene este tema.
Pero también hay medidas básicas que conviene comenzar a utilizar; por ejemplo, no subir una fotografía a redes sociales sin tener el consentimiento de todos quienes aparezcan allí. También, evitar compartir imágenes que den información acerca de datos sensibles, como el colegio donde van nuestros hijos, por ejemplo, o alguna parte de su uniforme que permita identificar el establecimiento.
“Son millones de piezas en un puzle; cada vez que hacemos algo es como liberar una pieza que parece mínima e indefensa, pero si en algún momento alguien tiene acceso a todas ellas, podrá ver una imagen mucho más clara de quién eres tú y qué haces”, apunta Donoso.
Además, viviendo en un tiempo de hiperconectividad, en comparación con una década atrás, la huella digital en su totalidad supera con creces a la de los años anteriores. Con cada vez más redes sociales y con la masificación del uso de los dispositivos móviles, la edad en que los niños comienzan a utilizarlos es cada vez menor.
Si bien la pandemia es uno de los motivos más fuertes, Donoso profundiza lo dicho por Cyntia Soto, directora de Responsabilidad Corporativa y Sostenibilidad de VTR, y plantea que uno de los puntos a tener en la mira son los mismos padres. Es cada vez más común ver publicaciones celebrando un nuevo hijo, con ecografías y poniendo en la red información del próximo niño o niña. “Hay gente que, a los meses de nacer, ya tendrá sus datos en Internet y es importante conversar con los niños, pero como padres hay que procurar cuidarlos desde pequeños”.
Fuente: La Tercera